Filologando con Lovelace. Artículo y entrevista: El viaje de Haidi

Artículo sobre El viaje de Haidi, de Lovelace



Portada

 

Sinopsis

El viaje de Haidi, de Lovelace (Ángela Landete), es una novela enfocada en un drama romántico con un tono de desarrollo psicológico y personal que no pasa desapercibido. Está dividida en cuatro partes y epílogo, siendo cada parte un periodo de la vida de la protagonista que irá acentuando sus decisiones vitales y, sobre todo, su pasión por la vida que tan poco conoce y acepta: “Una cruda introducción”, “Rehén de sus sombras”, “La aceptación de bien poco” y “La luz de un futuro incierto”.

Nos encontramos con una protagonista que ha visto su vida determinada por una enfermedad complicada que hace mella en su confianza y actitud hacia el mundo que la rodea. A medida que avanza el viaje de la vida de Haidi, se observa un desarrollo narrativo basado en la oposición de perspectivas o puntos de vista: la ficción bebe de la cruda realidad, de la vida plagada de buenos y malos momentos. El término “biográfico” en esta novela es esencial.

Este determinismo en el que se basa Haidi para soportar y razonar su vida, originado por causas médicas y una infancia desgraciada, no es lo que parece, ya que, tal y como refleja el narrador tanto en la consecución de las escenas como en su intrusión esporádica a modo de “persona conocedora de todos los detalles de la vida de Haidi”, la realidad que encontramos en esta novela es el conjunto de todas y cada una de las contraposiciones que existen en la vida; es decir, no hay vida sin muerte, y no hay felicidad sin tristeza:

 

[…] ante una situación adversa, ¿cuántos mecanismos de defensa puede emplear nuestro cuerpo? ¿O nuestra mente? Una infinidad. (Página 12)

 

La filosofía del carpe diem es evidente a los ojos de los diferentes personajes y de ese narrador. Sin embargo, el papel de los personajes con las mentes alteradas o distorsionadas por motivos ajenos a ellos es clave para entender y analizar detenidamente las acciones de Haidi, una protagonista con un claro y bien ejecutado desarrollo psicológico.

El factor dramático de La vida de Haidi se nutre notablemente de la búsqueda de la luz en la oscuridad que muchos de nosotros tenemos dentro y no sabemos dominar:

 

Pese a que las malas memorias no se pueden suprimir, hay que esforzarse por la felicidad y disfrutar del momento presente, que transcurre fugaz en sus prisas por convertirse en pasado. Hay que echar mano de nuestro mecanismo natural que, bien empleado, diluye todo lo que nos hiere: nuestra propia mente. Si la educamos bien, o la reeducamos si es preciso, ella nos permitirá contemplar las luces que haya en nuestra vida, mirar de reojo las sombras. (Página 273)

 

El mensaje que Lovelace pretende transmitir con esta historia será diferente en cada lector, pero, no por ello, se le puede restar importancia. La humildad, el afecto, la amistad, el amor y la aceptación de la vida con su inherente final son conceptos que quedan plasmados desde la primera hasta la última página.


Entrevista con Lovelace


El viaje de Haidi es tu primera novela publicada, ¿cómo ha sido este proceso? ¿De qué manera forma parte la literatura en tu vida?

Desde que era niña me ha gustado leer. Empecé como todos los críos, con cuentos, con tebeos. Luego ya   
leía colecciones enteras de lo que fuera que me interesara.
Mi amor por los libros me llevó a estudiar (bueno, y mi amor por el inglés) Filología Inglesa. Recuerdo que   
mi asignatura preferida durante la carrera fue precisamente una que se llamaba "Novela Inglesa". Me        apasionan los clásicos, aunque también me gusta mucho la literatura contemporánea, sobre todo, las novelas románticas, pero que tengan un trasfondo que no sea solo un romance.
Respecto al proceso de Haidi, yo no sabía que era capaz de escribir un libro, no me lo había planteado.    Llevaba con la historia de Haidi en la cabeza unos seis meses, y un día pensé: "pruébalo, ¿por qué no? Si no sale, no sale". La cuestión es que fue un proceso muy intenso; la escribí creo que en tres o cuatro meses        como mucho. Era tan intenso que escribía durante el día... a todas horas, durante la noche... apenas dormía. También he de decir que era justo cuando estaba saliendo de una tremenda depresión; y, entonces, tenía insomnio y todas esas horas en vela las dedicaba a escribir, editar, añadir, quitar... Hasta que, al cabo de cuatro meses, pensé: "creo que es una historia muy bonita y que ha quedado muy bien".


Nos encontramos con una bella historia de superación personal, ¿crees que este libro enseña una forma de vida de constante y necesaria lucha?

Quizás sí, yo creo que la mente tiende a ver lo negativo, o le resulta más fácil ver lo negativo que lo positivo.
Claro, toda la vida de todas las personas tiene parte y parte y, por algún motivo, la mente es miedosa o            gandula. Yo creo que la lucha constante radica en reeducar un poco la mente, en hacer ver con mejores ojos    lo positivo, de manera que, así, seremos más felices.
Tendemos a focalizarnos en lo negativo (sea lo que sea), sea un problema que tenga solución o no la tenga,      pero tendemos a focalizarnos en eso. Entonces, claro, ahí vienen las depresiones, los problemas de                 ansiedad, los trastornos del sueño, frustraciones varias... 
Todos somos humanos y yo creo que somos, más bien, débiles y sensibles. Entonces, si reeducamos un        poco la mente y conseguimos que haga el trabajo de ver todo lo positivo que damos por sentado y que, al   
darlo por sentado, no valoramos, es decir, si conseguimos verlo y valorarlo como se merece, estaremos       más cerca de la felicidad. Y yo creo que esa es la lucha, la lucha constante que tenemos que llevar en nuestra vida.


Ahora, antes de adentrarnos en la historia de Haidi Grams, hablemos un poco sobre ti. ¿Quién es Lovelace? ¿Qué parte de ti se refleja en nuestra protagonista?

Bueno, yo soy una persona de lo más normal, de lo más humilde. Mi nombre real es Ángela Landete Arnal.
Escogí Lovelace porque, bueno, Ada Lovelace era una de las dos hijas de Lord Byron; era matemática, pero también escritora. Y me gusta mucho Lord Byron, y ya he dicho antes que me gustan mucho los clásicos, entre ellos, este gran escritor.
¿Qué tengo de común con Haidi? Pues la evolución psicológica que ella hace a lo largo de la novela es la misma que yo he hecho. Yo caí en depresión, una depresión brutal, a causa de los síntomas y de todas las consecuencias que me trajo el lupus y la fibromialgia.
Entonces, tanto ella, Haidi, como hago yo, hemos aprendido a vivir con lo que tenemos, a agradecer lo que tenemos. Yo, llegó un momento, en el que no veía nada más que el hecho de que estaba constantemente cansada y que no podía trabajar, y que tenía migraña y no dormía bien. Dejé de ver que tengo tres hijos sanos, que tengo un marido cariñoso y muy paciente, que hay situaciones mucho peores que la mía, que tengo un hermano, un padre, no sé... mil cosas. Mil cosas que no veía porque estaba hundida en un pozo.
Al igual que Haidi no ve, aunque su vida es mucho más dura si es que se pueden comparar, ella también tiene cosas buenas en su vida y no las logra ver hasta el final, hasta que, poco a poco, va madurando, va reeducando su mente. Entonces, consigue abrirla y aceptar y agradecer lo que sí tiene.


Según avanza la novela, surgen las siguientes preguntas: ¿las personas nos vemos etiquetadas según el pasado?, ¿crees que todos tenemos un poco de Haidi en nuestro interior en cuanto a lo que escondemos y lo que aparentamos?

Creo que depende del carácter; a mayor seguridad, menos sentimiento de etiqueta, menos necesidad de esconder lo que uno siente o lo que uno cree que es negativo (todos tenemos nuestra parte negativa, por supuesto). Todos tenemos luces y sombras. 
Claro, en el caso de Haidi, ella se esconde porque no tiene ni siquiera la capacidad de generar autoestima ni confianza en sí misma, debido al trato que recibió de pequeña. Entonces, claro, ella sí se esconde porque piensa que todos van a actuar como actuó su padre. Se queda totalmente traumatizada.
Yo no creo que esto sea generalizado. Creo que hay caracteres que no son tan sensibles (bueno, "susceptibles" sería la palabra) y que llevan mucho mejor todas sus sombras, o sea, no las esconden o no se sienten etiquetados. Depende del carácter. 


Algo muy característico de El viaje de Haidi es el tipo de narrador empleado. Vemos un narrador omnisciente que conoce todos los secretos de la historia. ¿Cómo describirías a ese narrador que se asoma de vez en cuando y expone en determinadas escenas su explicación acerca de los sentimientos y cambios que suceden en Haidi?

Bien, ese narrador que asoma, a veces, en cursiva, soy yo, que me dirijo a ella directamente. Porque sé que, debido a su extrema sensibilidad, sufre muchísimo; y quiero llevarla de la mano, quiero enseñarle todo lo que yo he aprendido con la meditación y el chikung... toda esa paz que quiero transmitirle. Entonces, la llevo de la mano de principio a fin de la novela; y, claro, cuando veo que avanza en su reeducación mental, digamos, la felicito y la congratulo. Y si veo que da un paso atrás, o si veo que su reacción no es la que yo desearía, entonces la riño.
Es un poco... yo creo que si no hubiera habido un romance en la historia, sería una especie de libro de autoayuda. La cuestión es que yo deseaba compartir lo que he aprendido, eso es lo que deseaba. Se me ocurrió hacerlo en forma de novela romántica, pero podría haberlo descrito en un panfleto de autoayuda. 
Quería compartir que, si podemos mirar lo positivo que nos rodea, es posible que nos acerquemos a la felicidad. Bueno, básicamente es esto. Este narrador (me he salido un poquito del tema) soy yo, que la llevo de la mano en todo momento.


También es fascinante el escenario y clima que vemos rodear a Haidi. ¿Cuál ha sido tu inspiración para lograr ese ambiente tan reconocido en la narrativa romántica?

He sentido pasión por el norte de Inglaterra desde que era jovencita. El clima me gusta mucho, la lluvia es romántica, el frío hace que deseemos abrazarnos... Por otro lado, amo la naturaleza; y, de ahí, las descripciones de lagos, bosques, ríos... me encanta. Yo creo que los elementos de la naturaleza están dotados de un romanticismo intrínseco.
Una novela que me ha influido bastante a la hora de escribir es, aunque parezca que no tiene nada que ver porque, claro, voy a hablar de una novela del siglo XVIII, comparada con la mía, que es muy moderna, Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen. De aquí he tomado como ejemplo descripciones de la naturaleza y también la idea esta del señor pudiente que aparenta ser una cosa, pero parece que hay otra por debajo, o que hay más de lo que realmente desea mostrar. 
Es en esa obra en la que me inspiré, la verdad.


Como no puede faltar, a los lectores nos encanta identificarnos y coger cada historia escrita y convertirla en nuestra. ¿Consideras que este largo camino recorrido por Haidi ejemplifica de cierta manera la vida y todo su viaje tanto mental como físico?

Creo que, desafortunadamente, no todo el mundo consigue vivir conforme con su realidad, en sintonía con su realidad. Porque para ello hace falta un trabajo mental que puede durar años, a veces puede durar la vida entera. Bueno, de hecho, yo pienso que estamos aquí para aprender, con lo cual, si te tiras toda la vida aprendiendo, pues ya está bien también.
Creo que, lo que sí creo es que la historia de Haidi o, por lo menos, su actitud, la actitud que logra conseguir hacia el final de la historia, creo que podría servir de ejemplo dada su resiliencia, su buen talante, su tesón, su lucha, su espíritu de lucha, aunque ella crea que no lo tiene. Realmente, a veces tenemos valores que no nos damos cuenta de que los tenemos, este es su caso. De hecho, ella aprende a vivir en lugar de a sobrevivir; y mucha gente hoy en día (hoy día y siempre, me imagino) tan solo sobrevive.
La cuestión es aprender a vivir y aprender a vivir lo mejor posible dentro de nuestras circunstancias, sean cuales sean.


Con toda honestidad, ha sido un placer poder leer esta obra y conocer a su increíble autora. ¿Tienes algunas palabras para aquellos lectores que se encuentren en una encrucijada en sus vidas?

Espero de todo corazón que la moraleja del libro sirva de modelo. No debemos obsesionarnos con la parte problemática, la parte negativa de nuestras vida; todo acaba pasando... un mal día, una mala racha o incluso una mala década. El tiempo lo va curando todo y hay que mirar siempre un poco más allá, hay que mirar en perspectiva, porque, al fin y al cabo, la vida también es muy efímera. Lo que nos parece gigantesco en un momento, nos parece tremendamente colosal y dañino... pues, al cabo de cinco años, cinco meses, muchas veces nos hemos preguntado: "pero, ¿por qué me preocupé tanto por aquello?". O sea, es una pérdida de tiempo, y además hay que tomar lo que nos viene en la vida con la mejor disposición posible, porque, si no, estaremos nadando contracorriente.
Y, bueno, yo creo que se puede resumir todo con una frase que menciono varias veces en el libro: "hay que admirar las luces, y mirar de reojo las sombras".


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